jueves, 20 de mayo de 2010

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Cut & Lost

La última hornada del postre perfecto que esperábamos llamado Lost está levantando más ampollas que pasiones antes de servirlo. No es que todo el mundo hable del magnífico postre, del que tan sólo hemos saboreado en una insípida carta de postres, del chef (guionistas) o de los camareros (actores) sino de otro tipo de interés general que parece entorpecer el endulzamiento colectivo. No hablo de otra cosa de lo que se nota y se siente y lamentablemente nuestro amado postre llamado Lost no está siendo bien cocinado y horneado antes de ese “toque maestro” que haga que nuestros paladares cedan de por vida a su esponjosa y múltiple textura.
¿Nos convencerá al final a todos por igual?


Su problema, quiero y deseo entender, está siendo provocado por suspicacias achacables al formato impuesto para y por TV (42 minutos reales) que producen CORTES (con mayúsculas absolutas) de material a los libretos de Damon Lindelof y Carlton Cuse o tal vez hubieran sido necesarios más capítulos.

Para empezar con “What They Died For”, ¿¡dónde está Claire o qué pinta (aparte de la mona...loca), por ejemplo!? ¿De verdad nadie tiene la sensación que faltan diálogos, que faltan secuencias, que falta, en definitiva, algo?

Posiblemente esa repentina falta de tiempo para la cocción sea la crónica de una muerte y fin anunciados. De “Ab Aeterno” se dijo que llegaría a la hora y se quedó en cuatro minutos más de la duración normal. Del último episodio, “The End”, no se rumoreó nada sino que los propios guionistas estipularon una duración de tres horas. Pasaron a dos ‘por necesidades del servicio’. Después a dos y media. Ese constante cambio de orientación en materia de duración de episodios, ¿no debería ser un caos a la hora de montar escenas rodadas e incluidas en el guión que finalmente quedan eliminadas? Falta de cocción, entonces, y no levadura. Levadura incluida porque la tiene de sobra pero sin tiempo, ardor y algo de paciencia no sirve de nada. Nada emerge. Esto, efectivamente, no es la HBO. Con un canto en los dientes nos podemos dar hasta un director’s / writer’s cut.


En
“What They Died For todo es tan acelerado como precipitado aunque tiene suficientes señas de identidad para dotar de cierta entidad al episodio; sobre todo con el material previo. Ya nos pasó en “Across the Sea” y en “What They Died Forhay una sobresaliente escaleta pero unos diálogos y acciones reducidas a la mínima y existencial rutina. Esto le provoca que a veces caiga en cierta autoparodia por ausencias (de explicaciones) y cortantes manifestaciones (sin explicaciones que les valgan). Cortes como el que se lleva la chula de Zoe y el que parece ser el leitmotiv de toda la temporada… y ¿¡serie!? Hablo del corte que tiene en el cuello el Dr. Jack Shephard con el que se inicia prácticamente la temporada y ahora nos remite a pensar en escasas posibilidades que conectan y remiten a ‘la otra realidad’. ¿Va a morir o ser herido casi mortalmente el nuevo heredero-custodio del ‘tinglado’?

Ambas imágenes son frente al espejo y se asocian inmediatamente con Claire y Jack hipnotizados por esa caja de música con reflejo… de espejo en “The candidate”. El juego de nuevo de los creadores por enviarnos a “A través del espejo y lo que Alicia encontró allí”.

Obviamente ambas realidad parecen que va a confluir en un final netamente imprevisible pero al que vamos dando forma. Esos cristales-espejos en el faro de “Lighthouse” como artilugio que utilizaba Jacob para mirar en las vidas de sus futuros candidatos y herederos. En es episodio de nuevo Jack mira su reflejo en el agua, todavía borroso. Su momento todavía no ha llegado. ¿Puede que haya más espejos en esa isla de eternos secretos?


Pero la agilidad de narración no es sinónimo de claridad sino de simplicidad pasmosa, incluso pueril. Véase la cara de Desmond disfrutando de su poder ‘conciliador’ de ambas realidades y sobre todo cuando le mete ¿la trola? del cuerpo de Christian Shephard a Jack. Cómo tiene que pasar inmediatamente a intentar atropellar a Locke, dar una paliza visionaria a Linus convenciéndole así y también al propio John. Más que economía narrativa se le llama meter todo a capón.

Lo mismo sucede con su trama (y breve) carcelaria donde en apenas dos secuencias tiene en el bote a Sayid y Kate. De carambola metemos a Ana Lucia y a los millones de Hugo Y como complemento ¡concierto!, noche de fiesta y homenaje a “Pretty Woman”, por su puesto en plan MIB.


En fin, Pilarín, What They Died For se refiere a nosotros, los fans de Lost”. Nos hemos muerto (de ansiedad y otras cosas) por estos episodios y el rigor mortis puede ser letal. Tanto como ‘la sucesión al trono’: cuatro frases, una hoguera de campamento y explicaciones las justas que se nos va el tiempo del programa… A Jack le faltó levantar la mano durante toda la secuencia como alumno aventajado de la clase y para colmo no hay Santo Grial sino una taza de café de misionero.

Otros se pasan al lado oscuro con una genial iluminación mortecina y sangre pasión. Hablo de Ben, de Ben chivato, de Ben sicario, Ben envidioso (a él nunca le dijo ni Hola Jacob y con Widmore se va de copas...), Ben ‘padre’ coraje, Ben llorón y Ben ligón de viudas francesas resurgidas para el homenaje. Él es el sicario de Flocke. Ambos lo saben pero también sabemos que Alex es capaz de sacar lo peor de él y también lo mejor. Me imagino que Hugo podrá sacarse un as y muerta de la manga para revelar al pseudo-papá de la realidad alternativa que lo suyo son los colores claros y que ya es hora de liquidar y tirar esa polvorienta capa oscura de Lord Sith.



Otros huyen como Miles, Otros se ponen en medio de un monstruo de humo pensando que son intocables y salen ‘volando’ y Otros se ocultan en casa del Lobo. Y esta vez los lobos van de la mano y dan miedo, mucho miedo. Widmore hace lo poco que le queda a su personaje: suplicar por su hija y revelar las intenciones de Jacob respecto a Desmond.

Otros sabemos que Desmond es el canalizador y catalizador de toda la temporada y toda la serie. Pero habrá que esperar unos pocos días más para que definitivamente sepamos el porqué nos hemos muerto de un infarto tras otro durante seis fructíferos años. Para dejar que ese imperecedero suspense de una no-visible transformación del monstruo en persona y de la persona al monstruo. Mi apuesta: final a lo “Heimat” en esa fiesta de los vivos y de los muertos. Todos reunidos, al fin.

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