sábado, 14 de enero de 2012

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50/50: Suerte / Fatalidad

“50/50”
(2011)
EEUU
Director: Jonathan Levine

Sinopsis (Página oficial / Filmaffinity):

Inspirada en hechos reales, “50/50” es una original historia sobre la amistad, el amor, supervivencia y encontrar el humor el lugares insospechados. Las estrellas Joseph Gordon-Levitt y Seth Rogen interpreta a una pareja de mejores amigos cuyas vidas cambian por un diagnostico de cánce  en esta nueva comedia dirigida por Jonathan Levine con un guión de Will Reiser.

Adam es un joven de 27 años al que se le diagnostica un cáncer. Con la ayuda de su mejor amigo, su madre y una joven terapeuta de un centro de rehabilitación, Adam descubre cuáles son las cosas más importantes de la vida. 

Crítica Bastarda:

Interesante propuesta de comedia romántica… pero esta vez la ‘chica’ es la propia vida del ‘chico’… y su acercamiento y alejamiento de ella marcan los clímax y anticlímax de su suerte y fatalidad. Tal vez la inclusión de personajes femeninos físicos, como la terapeuta (Anna Kendrick) y una novia-antagonista (Bryce Dallas Howard), subrayen la idea original y la encaucen hacía diagnósticos con prescripción. Por cierto, ¿hay alguna película de 2011 en la que no salga Bryce Dallas Howard

Vida, muerte y amigos

El conflicto del personaje es dejarse tocar… sentir el contacto humano que no ve a primera vista. Caricias afectivas como las de su mejor amigo, aparentemente inmaduro y superficial que enclaustra a Seth Rogen en este tipo de papeles de niño-grande aunque ya se le empiecen a ver las canas y las arrugas…, o las de su madre posesiva con o sin pelucón que luce una irreconocible Anjelica Huston. “50/50” es, en resumen, un catálogo de nuevas vías dramático-cómicas de afrontar temas trágicos sacados del día a día. Gus Van Sant en “Restless” releía “Love Story” bajo cánones del cine indie norteamericano y el filme de Jonathan Levine parece querer seguir con ese patrón catódico de “The Big C” para incrustar y trasplantar temas serios en las comedias románticas con enfermedad sin perder cierta mirada optimista.

Terapia y auto-ayuda

Los motivos para vivir son un resorte dramático y la línea psicológica del protagonista parece quebrarse al ver la oscuridad del abismo. Un distanciamiento sobre su realidad mediante la comedia (y enamoramiento con la vida) hasta que aparece el carácter dramático y “50/50” se pone más seria y menos interesante. El riesgo sería intentar seguir jugando con las bazas cómicas y dramáticas hasta el final, sin caer en la banalidad, como ha demostrado “Los descendientes”, aunque el filme de Jonathan Levine tampoco se convierte en un coixetiano manual barato de auto-ayuda con canciones de Anthony & Johnsons y columpios asesinos. Así, ese 50 por ciento de posibilidades entre la suerte y la fatalidad parece decantarse hacía un camino que actúe como terapia al otro lado de la pantalla. ¿¡O ustedes que elegirían entre suerte y fatalidad!? 

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