martes, 2 de octubre de 2012

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Boss (2x07) The Conversation: Enfermedad pasada, peligros presentes

La política obedece siempre a los mismos amos aunque la ficción norteamericana con los telefilmes de la HBO, una de sus series estrella —“The Newsroom”— y sobre todo “Boss” han pulido muchas aristas sobre la corrupción, el estado político norteamericano y los representantes que aspiran a gobernar el Reino. Obviamente la serie creada por Aaron Sorkin y la que protagoniza Kelsey Grammer utilizan diferentes elementos e incluso objetivos para tratar los reflejos de la realidad. En el caso de la serie confeccionada desde el piloto por Gus Van Sant ha demostrado una esencia shakesperiana con muchos ecos trágicos. La realidad no sé si supera la ficción pero Grammer es un viejo lobo que sabe estar en el candelero. No importa que no haya sido nominado a los Emmys pese a ganar el Globo de Oro. El ‘escándalo’ que montó en un programa de televisión al aparecer imágenes de su ex mujer Camille Grammer sigue coleando… y al igual que su personaje en la ficción el escándalo es utilizado hábilmente para satisfacer su carrera política. ¿Estará nominado este año a los Globos de Oro para intentar revalidar su candidatura? De momento, a lo importante: repasar el séptimo capítulo de la segunda temporada de Boss”, The Conversation”.


Nos encontramos ante un episodio de asentamiento en el que la enfermedad de Tom Kane queda en un tercer plano. Se convierte en un fantasma del pasado pese a que podía revivir en un futuro próximo… Ahora mismo nos preguntamos cómo podría funcionar “Boss” sin la enfermedad de su personaje principal después de ese marcado anticlímax que mostró Mania. “The Conversation” es la respuesta donde aparecen elementos que eran presentes e inactivos se activan para marcar el rumbo del final de la temporada. Así la vuelta de Kane a Chicago sin enfermedad (de momento) y renovado en cuerpo y alma nos sitúa directamente en las decisiones que debe tomar para enderezar el rumbo de su ciudad, de su Reino.


Es cierto que nos espera una gran tormenta final y esos recursos que los guionistas han ido plantando no solamente en esta temporada están dispuestos a activarse. Las maniobras políticas cierran un extraño díptico junto con Backflash donde una de las primeras decisiones de Kane es disponer del apoyo y punto de vista y raciocinio de su mujer Meredith. Con ese brazo derecho establecido Ian Todd y Mona Fredricks pasan a un segundo plano político para centrarse en el lado personal. Ian se acerca a su ‘hermana’ y pese a que Darius es el que soborna a su agente de la condicional, el supuesto bastardo de Kane se lleva los méritos anímicos. Mona plantea sus situación a Kane y le pide que le avise de sus acciones sobre el proyecto de Jardines Lennox antes de ejecutarlas. Meredith descubre que su marido ha estado espiándola y así se lo revela. ¿Celos? ¿Efectos secundarios de la enfermedad? Mona puede ser en este momento de la serie agua política pasada y futura antagonista…


Antagonista como Kitty O'Neill cuyas tácticas están llevando a la victoria del Condado a Walsh y “Boss” no duda en mostrarnos la reunión digna de la mafia en la se compran los votos del Concejal Ross y sus jefes de barrio… Votos comprados como una sesión de bolsa. Realmente las tramas de Kitty van enfocadas a su nuevo amante, periodista y editor jefe del Sentinel, Sam Miller. Sobre todo a esa brecha y testimonio al descubrir que Ezra Stone reveló información al periódico y fue ‘Rosebud’… y poco después fue asesinado… Brecha que rompe su relación afectiva, como si la eficaz, insaciable sexualmente y letal asesora no quisiera mostrar debilidades. Kitty, después de destrozar a su amante Ben Zajac que tiene que ahogar sus penas sexuales con la ayudante del fiscal y pedir clemencia para los manifestantes, tiene que lidiar con las intensivas artimañitas de su jefa para que acabe en su cama. ¿Le pasará el lesbianismo factura a Walsh? 


Por el resto, el pasado va a pasar factura a Kane: McGantry es apartado por la propia Meredith que es insultada brutalmente por el despechado y se instauran represalias, Emma ayuda a su abuelo deshaciéndose de su medicación y los cargos de corrupción de ejercicios pasados conceptuados en ese 1993 y el odio del Fiscal provocan que Kane tenga que entregar numerosa documentación. Los archivos son entregados desordenados lo que llevaría a un año o dos de trabajo… aunque una caja se encuentra en estado impecable y sin nada redactado ni tachado… ¿Más topos en el ayuntamiento? Hábilmente Kane utiliza a un saqueador asesinado por la policía para desviar la atención de la prensa. La conversación que tiene con el superintendente Royczyk es filtrada y debe pedir su renuncia. Royczyk aprovecha para colar información a Sam sobre el viaje del alcalde a Canadá… También tiene a su periodista y mano derecha Jackie investigando el delirio en plena calle del alcalde antes de desaparecer. Mientras tanto, Kane pide a Kavanaugh lo siguiente: «Los planes han cambiado. Nuestro viejo amigo. Ha llegado su hora». Pero ahora llegamos a las preguntas: ¿provocó el atentando contra su mujer y las revueltas el propio Kane para reunir a su familia? ¿Se ‘despertará’ Rutledge con ganas de batalla contra su hija y nuero por haberle dejado ‘sedado’ y postrado como un vegetal? ¿Quién será el topo en el ayuntamiento? ¿Se revelará Ian de una vez como bastardo? Muchas preguntas y tramas que en cierta medida apartan a “Boss”, de momento, de su concepción inicial. Ahora nos quedan los últimos capítulos para ver dónde quiere disparar la serie de Starz.

2 comentarios:

  1. Gracias por tus comentarios. Esta es una serie magnífica, pero que parece que nos interesa a pocos. ¡Y no lo entiendo!

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