martes, 30 de septiembre de 2014

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Boardwalk Empire (5x04) Cuanto: «Tenemos un problema. Su nombre es Charlie»


¿Cuál es la (gran) historia que nos pretende contar Terence Winter en “Boardwalk Empire”? Se trata de un (gran) mosaico, que abarca las primeras décadas del Siglo XX en EEUU —como bien consiguiera ser The Wire—, revelado por múltiples personajes y estructuras. Pudiéramos afirmar que hemos visto cómo vivían los ricos y los pobres, las minorías y las mayorías e incluso hemos viajado a Cuba e Irlanda, volviendo a la Primera Guerra Mundial para enlazar con las heridas del pasado y evocar incluso la evolución desde Deadwood hasta que nos sirva de engarce para mirar el futuro de Los Soprano. Terence Winter es consciente de que está contando una (gran) historia y da la impresión de que la recta final de su serie en la HBO está afectada por su sobresaliente libreto para El lobo de Wall Street. Los criminales que se impusieron desde finales el Siglo XX han cambiado de profesión y se han apartado de las armas de fuego… pero siguen vistiendo como reyes y jugando con la codicia de sus clientes, haciendo de oro a todos aquellos que están a su alrededor con el oro de los demás. Todas esas intersecciones que propone el material también explora el sueño americano por parte de Enoch 'Nucky' Thompson y Jordan Belfort, ambos mirando a la clase alta y sus acciones, a sus malabarismos para mantener su modo de vida desde una perspectiva de aprendizaje. “Cuanto”, cuarto capítulo de la quinta y última temporada de “Boardwalk Empire”, sigue tratando de perfilar y finalizar esa (gran) historia que nos está narrando Terence Winter. 

El adiós de “Boardwalk Empire” nos hace replantearnos en este capítulo el potencial que tienen Al Capone y Chicago. Que los Emmys no hayan nominado a Stephen Graham por su papel y seguramente no lo vayan a hacer, se suma a la lista enorme de desplantes de los últimos años que lidera Tatiana Maslany. Tendremos que ir asimilando esa dolorosa despedida por la decisión unilateral de HBO de quitarse una serie que necesitaba una temporada más para concebir aquello que deseaba su creador. El desvío a otras ficciones cercanas como el caso de Shea Whigham en “Agent Carter” nos hará recordar todavía más si cabe esa serie por la que tanto apostó la cadena de cable para transformarla en una nueva “Los Soprano” y que, finalmente, acabó siendo un objeto diagonalmente opuesto tanto en expectativas como resultados. Terence Winter ha querido remarcar tal condición dotando de un diálogo sus dos últimas creaciones y grandes personajes. Thompson quería ser el gran titiritero de un negocio ilegal pero acabó convirtiéndose en un criminal y gánster, abandonado su marco político para definitivamente hacer crecer Atlantic City y dejar un legado a las siguientes generaciones (y lucrándose por el camino). O asesinando a diestro y siniestro como diría Margaret Thompson. De hecho, la vuelta de su personaje a la vida y órbita de Nucky nos depara momentos de humor negro a rebufo del pasado criminal. ¿Todos los problemas se resuelven matando? Da la impresión de que Mr. Thompson ha encontrado en Joseph P. Kennedy ese tiburón en el que siempre quiso convertirse, amparado por legalidades técnicas y negocios amorales. Un escualo que también nos llevaría a Jordan Belfort pasando por esa secuencia fundamental para entender “Los Soprano” en su última temporada, donde un par de mafiosos recolectando el dinero para protección de diferentes comercios hasta que topan con una franquicia de una multinacional. Todo va cambiando y los tiburones (y criminales) tienen que adaptarse para sobrevivir aunque Nucky se encuentre atrapado en sus dilemas referentes al código criminal. 


Un cóctel de todo lo anterior predomina en esta temporada final que debería aclarar esa (gran) historia que quiere contarnos Terence Winter sobre Nucky Thompson gracias al libro de Nelson Johnson. Aquel que sigue siendo el faraón de Atlantic City debe enfrentarse a los cambios tras la muerte de Arnold Rothstein y sus cachorros (Lucky Luciano y Meyer Lansky) queriendo hacerse con el poder a toda costa y derribando a todo aquel que se encuentre en medio de su camino. Ese material nos remite a evocar la construcción de nuestro antihéroe en esos flashbacks sobre su niñez que marcaron al hombre que vemos ante nosotros. Terence Winter, no obstante, ha jugado con nosotros al despiste ya que veremos en el episodio que realmente el Comodoro no fue ‘el otro padre’ de Enoc sino el aparentemente antipático sheriff Lindsay. Una vez acabado el verano, el Comodoro prescindirá de su chico mientras nos muestran sus preferencias y motivaciones: mujeres desnudas y Atlantic City. El pequeño Enoc ya no será por más tiempo botones y ratificará su completa desconexión con su padre, que bloquea la entrada a su casa para mantener relaciones ¿con su madre?… A Ethan Thompson poco le importan sus hijos sino sus placeres… y a joven Enoc le interesan más el paraíso de los ricos y revelárselo a su hermano Eli. Ambos se colarán en el hotel, ya abandonado, y disfrutarán del lujo hasta que son capturados por el sheriff Lindsay. Nota: esa imagen de dos niños viendo emocionados un retrete moderno bien pudiera ser una réplica de la España de los 70/80. El diálogo entre los hermanos deja claro el posicionamiento de Nucky sobre los ricos, cuyo único lenguaje es el dinero… aunque siempre hay una excepción a toda regla. Dicha alteración es el amor y afecto familiar, la propia carencia que siempre ha arrastrado Nucky y que va explotar cuando la lección de Lindsay no es otra que llevar a los pequeños Thompson a cenar a su casa donde no falta comida, humor y cariño. Si bien Enoc logró sobreponerse al duro despido del Comodoro, ahora no podrá eludir las lágrimas. El precoz y joven Nucky Thompson no dudará en pedir al sheriff, al acompañarles a su casa, poner a su padre entre rejas o quitarlo del medio como al asesino pasional que vimos en anteriores entregas. Lindsay es la ley y puede manejar a Ethan dejando caer a Nucky que será el próximo ayudante del sheriff… y saltándose Terence Winter la biografía del personaje real en la que se basa su personaje. ¿Nos deparará alguna sorpresa esa mirada de ese niño inteligente y desafiante? 


En Atlatinc City, en el ‘presente’, tenemos resaca de Nucky y no es la primera vez que los guionistas utilizan un pretexto comatoso para formular cambios en su personaje principal. La cancelación de su viaje a Cuba por fuertes lluvias depara que Nucky y Margaret estén condenados a entenderse. Ambos se conocen demasiado bien (y ya han discutido por todo aquello de lo que se podía discutir) para que el libreto se recree en su rencuentro y que Margaret explique en menos de 30 segundos la situación Carolyn Rothstein. Nucky tendrá que hacer malabarismos para lidiar con Sally por vía telefónica y los negocios que tienen con Maxim Ronis en el marco de una situación política un tanto inestable en Cuba. Joe Kennedy, con esos contrapicados en plan “Ciudadano Kane”, también se aparta del camino del ron y el coqueteo de Margaret provoca celos en Nucky que evita que su mujer vuelva en el vagón equivocado a Nueva York. Esa extraña composición, alejada de ese ron con whiskey, nos depara una cita para ver de nuevo a Nucky y Margaret juntos y que el alcohol y la galantería hagan acto de presencia. Dentro de ese tono romántico no falta beso ni aquello que veremos en esa trama con la Sra. Rothstein con el plan de Nucky que no pasa por asesinar a la viuda… sino dejarla una parte de los beneficios de una empresa que mantendrá a flote, siendo Margaret aquella que se encargue de la negociación. ¿Significará eso otro ramal repleto de posibilidades para la recta final de la temporada? 


Hay otras dos tramas fundamentales para entender “Cuanto” y una de ellas nos remite a Cuba y la negociación de Sally con Ronis dando la impresión de la que inversión va a salir volando. Está claro que la mala suerte se la llevó el personaje Patricia Arquette siendo detenida en un puesto militar al haber quedado impuesto un toque de queda. Se nota que hay una escritura desde nuestra perspectiva presente sobre la globalización el intento de sobornar al capitán generará una situación que acaba mal. Muy mal y de una manera ciertamente estúpida. No sé hasta qué punto lanzar frases del tipo «(Los americanos capitalistas, corruptos y opresores) es lo que está mal en Cuba» son un guiño afilado que bien pudiera generar en el aplauso del marmeto o una sátira con ese carácter anacrónico. La carta que recibirá Nucky la firma un tal Q.E.P.D., como diría Mariló Montero. ¿Llorará Mickey Doyle la muerte de Sally? 


Hay una secuencia en “Cuanto” que define la proyección de los mitos y su enfrentamiento sobre la realidad. La protagoniza evidentemente Al Capone al que únicamente le falta sacar las palomitas mientras ofrece un contraplano con el proyector que reflejaba en la habitación de su hotel el noticiario que le señalaba como ‘Enemigo Público Nº 1’. Hay que temer a Al Capone en esta serie y más con una trama tan brutal con la que protagoniza en este episodio. Lucky Luciano está en Chicago para malmeter, para hacer que Van Alden (Mueller) se haga popó y protagonice una screwball escrita por el Marqués de Sade. El pasado pesa y también una afilada réplica del Empire State Building. En realidad, no importa que Van Alden sea un federal o un bígamo o un asesino sino que aquí importa la falta de respeto de Luciano a Capone… mandando y disponiendo. Capone da miedo y también concede el amor y el perdón para guiar a los suyos. Con semejante material los guionistas tienen para elegir y para que el agente infiltrado (Mike D'Angelo) tenga en la ficha policial de Nelson Van Alden un pilar sobre el que apoyar sus próximos movimientos. Si pensábamos que Sally Wheet era el personaje desafortunado del capítulo, Cenzo se va a llevar todo el componente psicótico, violento y digno de un sociópata por parte de Capone. Reírse cuando no corresponde pasa factura y el Wallace Beery italiano es de aquellos que no perdonan una risa o chiste fuera de tiempo. Él es la estrella, él es el ritmo. Él solamente puede llamar idiota y escupir a la espalda de Luciano una vez que se ha cerrado la puerta… y, en realidad, a su proposición de organizar el negocio como un gran corporación italiana que utilice las mismas reglas y códigos en cada una de las ciudades de EEUU. ¿El crimen organizado como franquicia? Capone va al margen de cualquier ley y norma y Ralph Capone recuerda a Luciano que Nucky Thompson no es italiano. Lucky tiene una solución a ese problema y va a ser pronto… Las piezas de dominó caen y la 5.598.879 metedura de pata en el capítulo Cenzo provocará que pruebe el plomo de la réplica del Empire State Building, de ese regalo de los ‘suyos’ del que reniega Capone. La secuencia es violenta, brutal y digna del mejor y más impulsivo “Boardwalk Empire” en ese baño de sangre y terror interminable. Nucky será despertado por una llamada de su hermano y Capone es claro y contundente: «Tenemos un problema. Su nombre es Charlie». 

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