viernes, 21 de agosto de 2015

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Hannibal (3x12) The Number of the Beast Is 666: Si juegas… pagas


Con “The Number of the Beast Is 666”, decimosegundo y penúltimo episodio de la tercera temporada de “Hannibal”, llegamos posiblemente al que será el previo al desenlace de uno de los mejores shows estrenados en este último lustro. Pudiéramos pensar que siempre nos quedará el universo cinematográfico alrededor de las novelas de Thomas Harris pero si algo ha demostrado Bryan Fuller es que su adaptación tiene su propio significado, presencia y fondo. En este capítulo vamos a tener algunos de los momentos más brutales de la presente entrega para dar sentido —y sentimiento— a ese acercamiento visual y narrativo respecto a ‘El dragón rojo’. Más allá de una simple y convencional revisión al género, Fuller siempre ha condicionado todo a esa carcasa extrasensorial tan inaudita en la televisión actual, mientras que ha dibujado una historia de amor imposible y tenebrosa entre dos almas gemelas y, al mismo tiempo, polos opuestos. Mads Mikkelsen y Hugh Dancy siempre han monopolizado un oscuro show en el que ha llegado un tercer intérprete para plasmar un extraño, macabro y sombrío triángulo romántico. El Gran Dragón Rojo, tras intentar asesinar a la familia de Will Graham, va a continuar acechando la sombra de aquel que parece rivalizar por el corazón y alma de su maestro y nexo de unión. Desde el comienzo de la temporada el Dr. Lecter ha sido iconizado como Dios pero también como Lucifer. ¿Significa, por lo tanto, que Will es Dante? ¿Y, entonces, quién es Virgilio? ¿La Dr. Bedelia Du Maurier? Repasemos “The Number of the Beast Is 666” y descubramos el número de la bestia. 

Hannibal Lecter siempre está jugando y ese concepto va a ser utilizado para ofrecer nuevamente uno de esos capítulos violentos y brillantes en los desesperados intentos del FBI para atrapar a El Gran Dragón Rojo AKA El Hada de los Dientes. ‘Encontrarse’ dentro de la cabeza de Francis Dolarhyde tampoco va a sentar nada bien a la psique ya bastante torturada de Will. Puede que Bedelia Du Maurier ofrezca ciertas respuestas en esa partida en la que si juegas… pagas. ¡Sobre todo Frederick Chilton! Planteemos que “Hannibal” va a ofrecer en el personaje interpretado por Raúl Esparza parte de esas esencias del show que trata de sorprender a la audiencia y, al mismo tiempo, marcar profunda y grotescamente a sus protagonistas. Las cicatrices son parte del tortuoso camino recorrido por Chilton, al que dábamos muerto desde que el Dr. Abel Gideon abriera su vientre para comenzar parte de un funesto festín. Chilton es todo un superviviente pero, en cierto modo, ofrece la moraleja y prueba palpable de esa frase que sale de la boca de Du Maurier: «si juegas, pagas». Y el Dr. Lecter siempre está jugando, utilizando a Chilton como ese pelele que recibe palos y golpes por todos lados. Después de condicionar a Gideon para eviscerar a Chilton, utilizó a Miriam Lass para desfigurarlo con una bala en su mejilla y mandíbula. Su imagen contrastaba con la de Mason Verger y nos remitía al del villano de Skyfall interpretado por Javier Bardem. Ya sabíamos que Lecter quería continuar con el juego, ceder ese espacio de gloria al psiquiatra para humillarlo ante la comunidad científica refutando su libro… pero el juego no ha acabado y este nuevo reto va a ser el más insondable y horripilante al que ha podido enfrentarse Chilton. 



“The Number of the Beast Is 666” mueve sus piezas ofreciendo esa oscura variación de los personajes que supuestamente se encuentran en el otro lado de la ley. Siguiendo el fin justifica los medios, tanto Will Graham como Alana Bloom o Jack Crawford han sido retratados como horribles e insensibles monstruos que están dispuestos a utilizar como ‘carnaza’ a Freddie Lounds y Frederick Chilton. Obviamente aquí existe un claro desvío respecto al material original porque, en realidad, ese toque plasmado en una fotografía de Will a Frederick es un claro señuelo para las inmediatas reacciones de Francis Dolarhyde. Los guionistas siempre han utilizado, además, a Chilton como un personaje aborrecible, egoísta e incluso falsamente sarcástico en esa codicia personal que le rodea. Digamos que el karma siempre le da una bofetada y él continúa insistiendo en esa fórmula existencial que le condena una y otra vez. Atrapado en los juegos de Hannibal y Will ya no sabemos realmente quién maneja los hilos, al ser implícitamente responsables tanto unos como otros. Du Maurier siempre ha tenido plena consciencia de ese juego y basta recordar su ‘asesinato técnico’ de Sogliato al quitar ese punzón de hielo que el Dr. Lecter incrustó en su cabeza. Will es cómplice, como lo es Alana por permitir una publicación que sabía que era falsa o Crawford por utilizar a Will como nuevo escudo en su lucha frente a Hannibal y esos asesinos en serie que surgieron de su diván. Pero en todo ese recital macabro existe cierto y malsano humor negro en esas torturas que sufre el pobre Chilton, con la burla final de Crawford ante la inteligibilidad de sus palabras. Vayamos a retratar la pesadilla de Frederick Chilton y cómo se transforma de nuevo en ese pelele a manos tanto del Dr. Lecter como de Graham, Bloom o Crawford y, por supuesto, de Francis Dolarhyde. Richard Armitage ha sido una de las apuestas del show para transformar un tatuaje al desnudo, una media sobre la cabeza y una tonelada de gruñidos en una experiencia aterradora. En el otro lado de la balanza se encuentra el careo y sesión psicológica respecto a la psique de Will. Du Maurier no sabemos si desea investigar sus propios celos respecto a ese ser que compitió por el amor platónico de Hannibal o simplemente tiene esa curiosidad innata en esos monstruos que ha ido desarrollando la serie. Esa terapia nos lleva de nuevo a ese habitual paralelismo de los cierres de temporada de “Hannibal”. En especial, al desenlace de su segunda entrega o, lo que es lo mismo, a formar un gran equipo frente al Dr. Lecter o en este caso esa amenaza que está en su propia sombra: El Gran Dragón Rojo. 


Se trata de confeccionar una gran encerrona y trampa aprovechando el tabloide sensacionalista de Freddie Lounds para que Chilton se convierta en ese cebo que nunca supo que era un cebo hasta que era demasiado tarde… El personaje siempre ha sido caracterizado por cierta idiotez impuesta ante su egoísmo y ambición. En este caso su novela en preparación sobre el Hada de los Dientes y su disputa con el Dr. Lecter da sentido a que figure en una foto junto a Will. Ese humor malsano lo aporta en este episodio Crawford, elevando el objetivo de Lounds para inmortalizar esa instantánea y concretar esas declaraciones que no van a sentar nada bien a Francis Dolarhyde. Los mecanismos se han puesto en marcha y un par de guardaespaldas no van a ser suficientes para que El Gran Dragón Rojo secuestre a Chilton de un modo un tanto cruel e incluso cómico. Reba McClane aparece sorpresivamente en la mansión del monstruo para potenciar el suspense y dar sentido a esa lucha interna del asesino en serie. Chilton nos va demostrar por qué es un superviviente y su capacidad de tratar de apaciguar al ‘dragón’ que tiene delante no será suficiente para ganarse un castigo ciertamente brutal, con sus labios siendo arrancados por un Dolarhyde haciendo de animal y esa dentadura que utiliza en sus crímenes. Todo será filmado con unas declaraciones previas de Chilton… La bestia ya está aquí y ni siquiera el amor puede retenerla y ya salvar a Francis, que también acabará secuestrando a esa doncella (Reba) para revelarle toda la verdad sobre sus crímenes. Pero la tortura de Chilton no ha acabado… y no hablamos de ese envío de sus labios al Dr. Lecter, dando buena cuenta culinaria de uno de ellos. Si Chilton buscaba material para ‘Blood and Chocolate’ lo ha encontrado siendo quemado vivo en una silla de ruedas, recopilando de nuevo las conexiones internas de la serie y enviado un mensaje directo a Will. Ese cambio de roles con Freddie Lounds da sentido también al tortuoso camino mental que recorre el antihéroe. Will tendrá que lidiar con las consecuencias de su monstruo interior emergente y deberá enfrentarse a ese cuerpo con vida de Chilton completamente calcinado y deformado, convertido irónicamente en una especie de macabra chocolatina humana que envuelve su sangre. Bryan Fuller sigue insistiendo en su habitual leitmotiv (evolucionar o morir) y los cambios físicos de los personajes van dejando en los mismos profundas cicatrices físicas y emocionales. Will sabe que únicamente podrá frenar a ese monstruo al que se enfrenta (y esas visiones que le condenan a la locura) convirtiéndose en uno… “The Wrath of the Lamb” (3x13) esperemos que confirme el cierre de esa partida de un juego que parece no tener fin…

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1 comentario:

  1. He estado un poco atrasado con la serie estos días y aún he visto el 3x12 ayer... toda la secuencia del Dragón con Chilton ha sido sobrecogedora... espero ver el final de temporada hoy, con una mezcla de emoción por el desenlace, y de pena por no quedarme sin este inmenso placer que me proporciona esta serie...

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