martes, 15 de diciembre de 2015

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Into the Badlands: Shanghai Kid, del este al oeste

Serie de TV
“Into the Badlands”
EEUU
2015

Sinopsis (Página Oficial):

“Into the Badlands” es una serie multi-género de artes marciales inspirada en la clásica fábula china de ‘Journey To The West’. En una tierra controlada por señores feudales “Into The Badlands” cuenta la historia de un gran luchador y un niño que se embarcan en un peligroso viaje para encontrar respuestas. Situada en un futuro muy lejano, la serie tiene como punto de partida una sucesión de catástrofes provocadas por el hombre que han causado billones de pérdidas y el colapso de las naciones. Los supervivientes tuvieron que volver al campo para cultivar y la subsistencia se convirtió en lo único que importaba. El mundo entró en una profunda crisis de la que no se ha recuperado. Debido a esto, ha emergido una sociedad feudal en lo que antes era el medio oeste americano y es, en este área, donde el más fuerte y el más violento accede a la riqueza y al poder. La zona, conocida como Badlands, está gobernada por siete barones rivales que controlan los recursos necesarios para el día a día y hacen cumplir su política con la ayuda de ejércitos leales conocidos como Clippers, entrenados en las artes marciales desde muy pequeños. En este periodo de entrenamiento son llamados Colts y cada uno de ellos está apadrinado por un Clipper que supervisa su formación. Los Clippers disfrutan de un cierto estatus con el que el resto de la población sólo puede soñar pero, asimismo, están dispuestos a sacrificar sus vidas al servicio de sus barones. Muy pocos Clippers viven para celebrar su 30 cumpleaños, pero Sunny (Daniel Wu) no es uno normal. Era tan solo un huérfano muerto de hambre cuando llegó al Fuerte, el recinto amurallado que pertenece al barón Quinn (Marton Csokas).

Crítica Bastarda:

Me gustaría pensar que “Into the Badlands” es algo más que un estudio de marketing pero sus primeros episodios me confirman esa distancia casi tan abismal que existe entre sus flojas y decepcionantes críticas y el ‘hype’ construido por el propio público. Basada en la obra clásica de la literatura china ‘Journey to the West’, que se atribuye a Ch’eng-En Wu, la serie de AMC combina un amasijo de posibilidades y referencias a toda clase de diversos subgéneros… aunque la sensación sea tanto de seguir los aplausos de gran parte del público o ceñirse al arqueo de cejas de los más escépticos. Sin medias tintas, sin grises. Y es que pedir a la propuesta de Alfred Gough y Miles Millar —guionistas de “La momia. La tumba del emperador dragón”, “Shanghai Kid, del este al oeste” o “Soy el número cuatro”— ciertas reflexiones o profundidad filosófica resulta tan inconsecuente como absurdo. Otra cuestión es que limitemos la idea a un mero (y neto) producto de ejecutivos amparado en cientos de estudios de mercado dentro de las explotadas distopías que está imponiendo el mainstream tanto en la pequeña como en la gran pantalla. Planteemos que “Into the Badlands” quiere acaparar tanto la audiencia deBanshee como la aquella que pidió tiempo atrás continuidad paraRevolutiono que se enganchó antes o después de la notable mejoría señalada por muchos de Los 100. Gough y Millar van a lo seguro y es cierto que podemos criticar que nos hallamos ante una oportunidad perdida de articular un show que aunase mejor la calidad y el ‘guilty pleasure’ seriéfilo. Es una pena, porque nos encantaría tener un espectáculo televisivo que cambiara la gasolina de Mad Max: furia en la carretera” por toneladas de artes marciales y guiños al wuxia con el ‘wéstern’ como constante y referencia. 


En esas ‘Badlands’, los ‘barones’ son los nuevos ‘señores’, poseedores del poder de una tierra feudal con las armas de fuego prohibidas y con las artes marciales como el nuevo ‘fuego’ de la humanidad. No le busque las tres ruedas a la moto o saldrá viviseccionado, con el cuello roto y/o empalado en una barbacoa. Sunny es un ‘samurai’ (aka clipper aka cizalla) que luce gafas de sol y ‘cabalga’ en un ciclomotor en la onda de Daryl. Es un asesino y sicario de su ‘barón’ que lleva ya cientos de muertes ‘tatuadas’ en su piel, que ondea la empuñadura de su espada cual guadaña y parca buscando nuevas víctimas. Todo el mundo quiere ser él pero él no quiere ser él porque él es él. Sin medias tintas, sin grises. El protagonista no va a tardar ni diez minutos en revelar los motivos por los que vamos a disfrutar de sus habilidades en pantalla y, rápidamente, se nos presentan tanto a una gran antagonista (La Viuda) —entre otras muchas intrigas como a un enigmático adolescente y superviviente que esconde un oscuro don y secreto. “Into the Badlands” nos introduce unos arcos argumentales más afines a una visión cinematográfica, deseando posteriormente ‘alargar’ su concepto y numerosos misterios para ejecutar una serie que esconde mucho más de lo que supuestamente parece. El espectador puede aquí sentirse en un prólogo de una novela distópica, conociendo de antemano que existe un vasto universo dentro de esas ‘tierras baldías’. Precisamente el discurso del show se amolda al del propio panorama televisivo actual ya que, al contrario de disponer de un contexto yermo en lo que propuestas se refiere, el drama post-apocalíptico de artes marciales se siente que no está a la altura de las circunstancias en lo que personajes se refiere, como si fuera una simple y superficial propuesta de la televisión generalista con muchas más dosis de violencia y sin la (auto)censura impuesta a la que se tienen que amoldar dichas cadenas para no espantar a los anunciantes. Puede que algunos se enganchen a “Into the Badlands” debido al parón invernal de The Walking Dead o, simplemente, se crean el hype que vende la red. Puede que, incluso, otros se dejen engañar por un producto de consumo al que tampoco conviene revisar (o criticar) como algo que realmente no es… y nunca podrá llegar a ser. Y es que la nueva serie de AMC despunta en lo que acción y violencia se refiere pero su historia plana no aporta absolutamente nada nuevo, simplemente una lectura sobre la ausencia de libertad a todos sus niveles se acabe el mundo o no. Sus personajes unidimensionales tampoco ayudan, atrapados en cánones y clichés, enmarañados por las propias poses y estudios de mercado que los han construido y revelado a los espectadores. Y es que efectivamente, aparte del ‘hype’ de esas coreografías y secuencias de artes marciales, estamos ante una serie que cabalga en tierras baldías. Usted, en definitiva, es libre de seguir los pasos que le marcan otros o huir lejos a otro tipo (y mejores) pastos catódicos.

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