martes, 1 de agosto de 2017

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Twin Peaks - The Return (Episodio 12): Project Blue Book


Toda revolución televisiva tiene que correr riesgos y así lo hizo “Twin Peaks” hace 25 años. Ya en su momento, existieron episodios o arcos argumentales que generaron controversia o desidia en la audiencia y “Episodio 12 (Part 12)” da la impresión de haber plasmado, de momento y en el presente, las peores sensaciones al otro lado de la pantalla. En mi opinión, nos encontramos ante el capítulo más arriesgado desde el ya monumental y provocador Episodio 8 (Part 8)ya que los escollos para llevar una proposición de este estilo no suelen darse en demasía en la televisión de nuestros días. Para empezar, la entrega va a olvidarse físicamente del eje fundamental que está dando sentido a todo. Dougie Jones, por ejemplo, apenas protagoniza una secuencia que podríamos considerar un breve sketch con su hijo. Sobre esa escena se fundamenta en parte la necesidad de detener al completo otro tupo de tramas para desarrollar ese gran abanico de posibilidades y mosaico de personajes. “Episodio 12 (Part 12)”, no obstante, no desea centrarse todavía en algunos protagonistas o sus acciones sino seguir con ese sumatorio de pequeñas piezas e incisos que van creando capas de historias que ya han establecido un contexto. Posiblemente la idea de Mark Frost y David Lynch para el regreso de “Twin Peaks” haya sido sorprender a la audiencia con una expansión inesperada de todo su universo para, seguramente, ir comprimiendo todo alrededor de ese mítico lugar que esconde todavía muchos secretos. De secretos va el asunto e incluso ‘Evil’ Cooper va a seguir en las sombras siendo su presencia un escueto mensaje… El duodécimo capítulo de “Twin Peaks - The Return”, en definitiva, va a proponer regresos y mutaciones de ese universo en el que existen otros focos de interés que prosiguen su desarrollo y curso. 

Me gustaría pensar que “Episodio 12 (Part 12)” es el reverso deEpisodio 8 (Part 8) ya que existe una clara intención de hablarnos de los orígenes del universo de la serie pero sin decantarse por un manoseo por el género sino recalcar que la concepción audiovisual va ligada al espectro y espacio en el que se desarrolla la acción. Mark Frost y David Lynch no pueden contar con David Bowie o Don S. Davis, más allá de imágenes de archivo, aunque podría recapitular formalmente un acercamiento a los años 70 cuando al comienzo de dicha década la Fuerza Aérea de los Estados Unidos cerró el Proyecto Libro Azul… iniciando los pasos indirectamente de Dale Cooper hasta Twin Peaks. La investigación que había realizado el ejército durante 20 años sobre OVNIS no condujo a pruebas concluyentes y, de este modo, no consideraron que fuera una amenaza de Seguridad Nacional. Ese encubrimiento masivo nos arrastra a esa vía en la que “Twin Peaks” puede convertirse en una versión surrealista y lynchiana deExpediente X sin despeinarse demasiado (o haciendo trans a su protagonista). El Agente Especial Albert Rosenfield relatará a sus actuales compañeros de viaje que los militares y el FBI formaron años más tarde una unidad de trabajo secreta que investigara esos casos que el Proyecto Libro Azul no pudo resolver. Una mujer, antes de fallecer, fue aquella que dio pio a esa ‘rosa azul’ que simboliza lo desconocido y esas respuestas que difícilmente puede ser respondidas. Gordon fue el hombre que sugirió a a Phillip Jeffries para dirigir el equipo y éste reclutó a tres agentes: Albert, Chester Desmond (Chris Isaak en “Twin Peaks: fuego camina conmigo”) y, por supuesto, a Dale Cooper. Todos esos hombres han desaparecido menos Albert y ha decidido rehacer el equipo con Tammy al propio Gordon. Diane Evans también va a ser invitada aunque no sabemos si el interés de los agentes es tener cerca esa fuente de información que se escribe mensajes con ‘Evil’ Cooper. Desconozco hasta qué punto el villano sigue manteniendo las mecánicas del cuerpo que ocupa. Tal vez haya cambiado las antiguas grabaciones del agente del FBI por la inmediatez de los servicios de mensajería… De momento, todos los caminos dirigen a Las Vegas aunque esas coordenadas del brazo de Ruth Davenport nos van conducir a Twin Peaks… ¿Alguien lo dudaba? 


“Episodio 12 (Part 12)” es un capítulo que desea distorsionar el surrealismo con botellas de vino y guiños a The Man From Another Place. No obstante, la intención es ir a por clímax sino destruir cualquier intento de evolución argumental más allá de la capacidad informativa de las secuencias. De este modo, el reencuentro con Audrey Horne (Sherilyn Fenn) es una de las secuencias más extrañas que veremos en el presente año televisivo. Se trata de una escena alargada a veces innecesariamente donde veremos al personaje mantener una conversación con su marido Charlie. Ambos personajes no tienen ninguna clase de química y la interpretación de Clark Middleton desea crispar a su esposa con su desidia por todo lo que propone Audrey. No sabemos quién es quién en esa ración teatral en la que desconocemos por qué ha desaparecido Billy y dónde se encuentra. Todos esperábamos que Richard Horne fuera el vástago de Audrey al ser el nieto de Benjamin pero nada es lo que parece aquí y Mark Frost y David Lynch desean recrearse es toda esa extravenada y extrañez que desata la secuencia. No esperen respuestas porque el propio silencio e indolencia de su esposo se va a trasladar al interior de Audrey y de la propia audiencia. Se trata evidentemente de un sketch y burla sin que sepamos cómo encajarlo en un conjunto que sigue otro tipo de rutas previsibles. Al parecido se puede vivir con el nuevo reencuentro de Sarah Palmer y un extraño comportamiento en el que no sabemos si está loca, son los efectos secundarios de su alcoholismo o, simplemente, hay una explicación sobrenatural en el asunto. ¿Es perseguida por fantasmas como el de su hija? La visita de Hawk nos alerta de que Sarah no parece que esté sola en su hogar… aunque va a ser reticente a recibir ayuda por parte del agente local. De nuevo, tenemos otras secuencias alargadas que se centran en detalles, como si los personajes se comportaran como Candie y se abstrajeran hacia elementos invisibles para la audiencia. Todas intenciones se solapan a la secuencia del hotel en el que Gordon se despide de su invitada francesa: la acción se ralentiza, los detalles se convierten en un mundo propio, las miradas se hacen interminables. Esa capacidad de estirar el sketch convierta las proposiciones de episodios en conceptos teatrales con aires de improvisación, como si Lynch hubiera colocado la cámara y simplemente se limitara a filmar las aportaciones de los actores en sus gestos con unas líneas de guion como guías. También se siente una completa desconexión entre todas las tramas, como la que propicia Carl Rodd y su preocupación con su ‘familia’ y ‘clientela’ en ese parque de remolques y caravanas. Sigue siendo un mundo extraño, habitado por personas extrañas. 


El episodio también se centra en esos villanos ahora ausentes y Benjamin Horne recibirá la visita del Sheriff Frank Truman para conocer los crímenes de su nieto y pagará todo el tratamiento de una convaleciente Miriam Sullivan. Esa secuencia da la impresión de ser un claro homenaje a Michael Ontkean y una manifiesta invitación con forma de llave de hotel a modo de recuerdo. Te estamos esperando y tú tienes el acceso libre cuando quieras. Por parte de los monstruos, de los que sí seguiremos y tendremos constancia, tendremos nuestra ración tarantiniana con Tim Roth y Jennifer Jason Leigh hablando de ir a Wendy’s una vez cometan una horrible crimen que ya conocíamos que iban a ejecutar. En cierto modo, aquí existe una clara declaración de intenciones de Mark Frost y David Lynch para dotar de originalidad arcos argumentales previsibles que van a converger en breve y, de nuevo, se revela que están utilizando el dolor y los sentimientos de los niños para mostrar espejos sobre los que reflejar ese mundo oscuro plagado de violencia y armas. También de amor… como el de Sonny Jim Jones hacia a su padre. Quizás todo sea y forme parte de un bucle repleto de contrastes, como esas secuencias que protagonizan una y otra vez Lawrence Jacoby y Nadine Hurley o incluso esos viajes surrealistas y plagados de efectos del consumo de drogas por parte de Jerry Horn. Tal vez el público grite ‘Let's rock’ pero Lynch y Frost, por su parte, están midiendo sus propios tiempos y jugueteando con su propia revolución, mostrando secuencias inconexas como aquella que enmarca la despedida del episodio con el enésimo regreso de Chromatics. Seguramente ese coche con el que se topó Trick sea el de Richard dado a la fuga… u otra historia que forme parte de ese subtexto infinito. Quién sabe.

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